Mtra. Danitza Aidé Covarrubias Treviño

Como se dice popularmente, “ocurre hasta en las mejores familias”. En cada sistema familiar existe un elemento “difícil”.

Este generalmente se define como difícil, no porque realmente lo sea, si no por que es el elemento del sistema familiar que carga y expresa toda la parte oscura del sistema, con los no dichos, los no resueltos, los elementos definidos como anormales de una familia.
Como mencioné la semana pasada, esto nos confronta con esa parte de nuestra vida, de nuestros propios demonios y fantasmas, a los que no queremos mirar.

Más ese es el hermoso trabajo amoroso de los niños: mostrarnos y recordarnos este trabajo pendiente de nuestra vida para el desarrollo de conciencia personal.

¿Y CÓMO NOS LO RECUERDAN?

A través de enfermedades, a través de conductas “problema”.
Podemos callar el síntoma, de las enfermedades, o de las conductas, como cuando nos tomamos el antibiótico o la pastilla del dolor de la cabeza, pero finalmente queda la raíz allí, sin atender; así que es posible que cambie por otro síntoma si no resolvemos desde este otro aspecto.
¿Cuál es la función de este síntoma? Para qué apareció? Qué mensaje quiere darme? Qué aspecto de mi necesito trabajar?

Ese es el hermoso regalo que los hijos en general, y más aún los hijos “difíciles” tienen para darnos; solo si estamos abiertos en nuestro corazón a recibirlo, y a correr el riesgo de abrir la puerta hacia ese lado oscuro para poder iluminar nuestra vida, nuestro árbol familiar y sanar.

Y tu… ¿corres el riesgo?

«El amor del espíritu es una actitud. Acepta todo tal cual es, simplemente porque existe.»
Bert Hellinger.

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