NO A LOS SERMONES, SI A LAS PREGUNTAS.

                                             NO A LOS SERMONES, SI A LAS PREGUNTAS…

Hace unos días un colega y amigo Heriberto Membrila escribió en su blog “Adultos regañones” yo lo compartí el domingo 16 de Marzo (https://mundoehijos.com/2014/03/) y me gustaría seguir por esta línea que a muchos papás les llamó la atención y ayudó a que cayeran algunos veintes. Esta semana compartiré con ustedes una propuesta para poder dejar de ser adultos regañones. A esta propuesta yo le llamo NO A LOS SERMONES, SI A LAS PREGUNTAS y creo que también va a complementar el escrito de este mismo amigo “Dos preguntas antes de dormir” del 9 de Febrero 2014.


Los sermones no son la mejor alternativa porque se convierten en el desahogo de la frustración por la conducta inadecuada del chico y ponemos en práctica lo que aprendimos de niños… los regaños y/o los golpes.
¿Qué se dice en un regaño? (Radiografía de un regaño)

– La conducta que estuvo mal.
– Todo lo que pudo pasar, (Pedirle que se imagine lo que hubiera pasado si… y lo que no hubiera pasado sino…).
– Preguntarle porque lo hizo… obvio sin espacio a respuesta pues es más bien un reclamo (¿Cómo se te ocurre?, ¿en qué cabeza cabe?, ¿Pues qué no piensas?
– Decirle TODO lo que perderá por tan reprochable conducta y como el enojo es mucho pues lo que se antoja que pierda es exagerado (No saldrás a la calle dos meses!!, No jugaras en el X-box seis meses!!, etc.) o tal vez se considere que unos golpes no vendrían mal, (también).
– En este espacio del regaño también entra la narración del padre o madre de la infancia devastadora que tuvo y la forma en que la supero, con lo cual «se supone» que el chico regañado entrará en consciencia de “todo” lo que tiene y no lo valora y aparte se porta muy mal.
– Ocasionalmente, (ésta es opcional) el chico tendrá que escuchar la narrativa (al estilo adulto) que se hace para diferentes personas del suceso reprochable, al papá, la tía, abuelita y/o vecina. Que seguramente verán al chico con ojos de “que poca… te pasaste…. muuuy mal”.

Les quiero preguntar, si analizamos esta radiografía de un regaño… ¿De verdad creemos que le puede servir a alguien? Pensando que somos adultos y que alguien con mucha autoridad se acerca a nosotros con actitud de mucho enojo y nos dice algo parecido a lo anterior, ¿Nos ayudaría a aprender?, ¿Respetaríamos más a esa persona que se dice ser autoridad?, ¿Cómo respetar y escuchar a alguien que no se detiene a escuchar argumentos y analizar la situación?, ¿Cómo respetar y escuchar a alguien que juzga y sólo busca descargar su impotencia por su incompetencia para educar?

NO A LOS SERMONES, SI A LAS PREGUNTAS…
La estrategia de realizar preguntas no es nueva, la usó Sócrates y la llamó mayéutica que proviene del griego μαιευτικη que significa «dar a luz», le da este nombre pues su madre era comadrona y él tenía la ideología que el saber era dar a luz un nuevo conocimiento. Es una técnica que consiste en interrogar a una persona para hacer que llegue al conocimiento a través de sus propias conclusiones y no a través de un conocimiento aprendido por otra persona. La idea es que la verdad está oculta en el interior de uno mismo.
Los sermones no funcionan porque NO son aprendizajes que el chico adquirió, son aprendizajes y conclusiones y vivencias del padre o madre que sermonean y esto no le ayuda a nadie. La idea es que los adultos ayudemos a los niños o adolescentes a pensar en sus conductas y sus repercusiones para que pueden generar alternativas, soluciones y compromisos.
Es muy probable que si tú decides cambiar los sermones por preguntas te encuentres con un problema muy frecuente… EL SILENCIO de tu hijo, recuerda que has acostumbrado a tu chico a callar y de un momento a otro le das la palabra y lo llevas a pensar y esto implica asumir responsabilidades y compromisos y no es cómodo (es probable que se resista y se escude en un NO SÉ o SILENCIO).
Te sugiero que no violentes la plática. Sólo hazle saber que es una plática pendiente y que le darás tiempo razonable para que piense en la pregunta que le hiciste y que además tienes otras más y que te gustaría conocer su opinión. De tal manera que cambias la jugada y lo llevas a pensar en sus conductas, (para tu hijo es más cómodo escuchar tu sermón, que ponerse a pensar y reflexionar en su conducta).
Ante una conducta determinada, no importa cuál sea, es importante que le preguntes…

– ¿Qué piensas de lo que paso?, es probable que el chic@ conteste “pues que está bien” o “pues que está mal”… por lo que la siguiente pregunta deberá ser… ¿Por qué?, como padre te interesa investigas sus razonamientos e investigar qué fue lo que lo llevó a tomar las decisiones que tomó.
– Hasta este punto el chico tal vez,  ha dicho lo que  saben que tienen que decir… por lo que las siguientes preguntas podrían ser: Suponiendo que yo no me diera cuenta de tu conducta… ¿Estaría bien?…. Pensando en que te comportas igual fuera de la escuela, ¿Cómo crees que te iría? PUES MAL, TENDRÍA PROBLEMAS CON OTRAS PERSONAS ¿Qué vas a hacer para cambiar esto?, NO SÉ… Pues piénsalo y me lo dices más tarde, ¿Me gustaría saber cómo te puedo ayudar y yo voy a PENSAR (no en base al enojo), las consecuencias por esta conducta.

Esto es una sugerencia de preguntas por una conducta inadecuada. Hay situaciones en las que se puede inducir una respuesta, pero partimos de que los chicos DE CUALQUIER EDAD tiene las respuestas a las preguntas y saben lo que necesitan para que las conductas inadecuadas no se vuelvan a presentar.
Con los niños desde tres años, podemos aplicar preguntas… ¿Qué hiciste… que piensas de lo que hiciste?… Como te sientes?… porque crees que está bien o mal?…que hiciste que estuvo mal?, que pudiste hacer diferente?, Si vuelve a pasar… que vas a hacer?… que aprendes?… Si lo vuelves a hacer ¿Qué crees que voy a hacer yo?… ¿Cómo crees que se va a sentir o que me voy a sentir…?


En fin, como se pueden dar cuenta hay muchas preguntas que llevarán a los niños a darse cuenta de…. los alcances de su conducta, de cómo la pueden evitar, de las personas que salieron perjudicadas, de las opciones que tienen para evitar que vuelva a pasar, etc. ¿No es acaso todo esto lo que esperamos que aprendan nuestros hijos?, ¿Les gustaría que con el paso del tiempo ellos solos razonarán todas estas preguntas, sin tenernos a un lado realizándoselas?, Es decir ,que las aprendan y las hagan suyas y les ayuden a discernir en un problema y tomar decisiones… Este es el objetivo de preguntar. Lograr que tengan consciencia de sus actos, de las repercusiones y de las consecuencias, así como de los aprendizajes que les generó dicha vivencia.
Lo más probable es que en muy poco tiempo de que tu estés implementando este sistema, tu relación con tu hijo cambie, es muy probable que sea más cordial, menos tirante y que frente a eventos desagradables, él ya tenga razonamientos y respuestas a preguntas que ni siquiera le has realizado… es decir que tu hijo solo te brinde un razonamiento de lo que hizo mal y cómo lo va a cambiar. ¿No me crees?…. Pues te invito a que lo intentes y me compartas tus vivencias… Este es el resultado personal y de muchos papás que se han atrevido a emplearlo, tu puedes ser uno más de ellos.
Esta propuesta tal vez tiene algunos inconvenientes…

INCONVENIENTES
– No es fácil guiar con preguntas… Es más fácil el sermón.
– Reclama un grado importante de auto-control, razonamiento y paciencia.
– Tendrás que buscar alternativas de desahogo.
– Tienes que invertir tiempo en pensar en las preguntas y escuchar el discurso de tu hijo.

Alguna vez un adolescente que iba a ser regañado por su padre y empezaba con su historia de infancia (Pintaba para ser un sermón laaargo)… Y el adolescente le dijo… “Si, si, ya se que sufriste mucho de niño y en tus tiempo era diferente”… Efectivamente los adultos ya tuvimos nuestras vivencias y aprendizajes, nos toca acompañarlos en las suyas y ayudarlos a reflexionar para que no tarden tanto en aprender.

Para terminar con este tema NO A LOS SERMONES, SI A LAS PREGUNTAS, les comparto es escrito que me pareció muy interesante y que creo que continúa con esta idea de preguntar antes que regañar o castigar. En este documento la profesora nos muestra una forma de generar empatía, por lo tanto de incrementar la inteligencia emocional, espero que les agrade.

No le enseñes a tus hijos a decir “LO SIENTO”.

La profesora de pre-escolar Ann Hardesty McKinley comparte su método para enseñarle empatía a sus preescolares. Los niños a esa edad no entienden las palabras “lo siento”, ella nos dice, “entonces, les enseño lo que lo siento significa”.
Yo soy la peculiar profesora de pre-escolar que no obliga a los niños a decir “lo siento” cuando lastiman a un compañero con palabras o acciones. Lo que si hago, es que le pregunten a su compañero, “estas bien?” Algunas veces la respuesta es “Si”, pero la mayoría de las veces es “No”. Después les digo que vayan y pregunten: “Que puedo hacer para que te sientas mejor”, en ese momento, les hago sugerencias de que hacer: “Necesitas ayuda para reconstruir tu torre de bloques? Necesitas un abrazo? Una toalla de papel mojada haría sentir mejor el dolor de ese golpe? Quieres que te deje solo?”. Se que esto funciona porque pasamos por estas situaciones en otoño, y en la primavera cuando algún chico se cae en el parque juegos, otros niños corren hasta donde esta el y le preguntan: “Estas bien? Que puedo hacer para que te sientas mejor?”.
El fondo de esto es que no estamos buscando culpables, estamos marcando la diferencia.

Me parece que con esta propuesta estaremos evitando los clásicos «me perdonas o lo siento» en automático en los que es evidente que los niños cumplen con el requisito exigido por el adulto, pero no cubren con el requisito de aprender y enmendar el error.
Ayudemos a nuestros peques a reflexionar, analizar y responsabilizarse gracias a SUS reflexiones.
Psic. Margarita Guerra 3338429604

 

Deja un comentario