Niño gordito… ¿adulto gordito?
La semana pasada estuvimos hablando sobre la paradoja que vive nuestro mundo de tener 2 enfermedades tan opuestas y al mismo tiempo tan preocupantes para nuestra niñez: la obesidad y la desnutrición.
Sin embargo, como nos dimos cuenta, son la realidad a la que se está enfrentando nuestra población infantil y nosotros como papá…s debemos conocer más al respecto, informarnos y saber a que nos estamos enfrentando junto con nuestros hij@s.
En esta ocasión, me gustaría platicar contigo sobre la obesidad infantil y su relación con la permanencia de esta enfermedad en la vida adulta de ese niño o niña que la padece.
Lo más preocupante de la obesidad en la niñez es que continúe en la edad adulta. La persistencia de la obesidad en la adultez depende de muchos factores, incluyendo la edad a la que se comienza a estar obeso y la presencia de obesidad en al menos uno de los padres del niño.
Obesidad en un niño menor de 3 años no predice futura obesidad adulta, sin embargo, arriba de los 3 años la probabilidad de ser un adulto obeso aumenta. Cuando un niño obeso llega a la edad de 6, la probabilidad de obesidad adulta persistente excede el 50% y para los adolescentes es una probabilidad de 70-80%, según estiman los estudiosos en la materia.
Igualmente, el tener uno de los padres obesos impacta el riesgo de desarrollar obesidad en el futuro; si el padre es obeso, el riesgo relativo de tener obesidad es de 2.7, riesgo que aumenta a 3.2 veces si la madre es la obesa. Este porcentaje no se modifica prácticamente durante el desarrollo del niño.
Algunas observaciones han señalado que antes de los 3 años de vida, el predictor primario de obesidad es el estatus de los padres; entre los 3 y 9 años, tanto el estatus de los padres como el del infante predicen obesidad futura; pero después de los 9 años el más importante predictor es el peso del niño, afirman investigadores.
La evidencia disponible sugiere, por una parte, que la obesidad en la niñez está asociada con aumento de la morbilidad y de la mortalidad general y cardiovascular en la edad adulta y, por otra, que la desnutrición en la infancia puede relacionarse con la obesidad en la adultez. Por eso, lograr un peso saludable en este periodo de la vida se vuelve factor importante para prevenir en etapas posteriores tanto la obesidad como las enfermedades asociadas con ella.
Como podemos darnos cuenta, a la luz de todas estas estadísticas brindadas por los investigadores en la materia, las cifras nos desalentadoras y preocupantes, sin embargo, no significa que la batalla está perdida para quien tenga un pequeñ@ que este atravesando por este problema.
La familia juega un rol crucial y nosotros como padres debemos comprometernos con nuestros hijos para que el ambiente familiar que está propiciando y generando un estilo de vida poco saludable: CAMBIE. No sólo por el bien de tu hijo o hija, si no por el de toda tu familia. Busca ayuda profesional para encontrar cuáles son esos malos hábitos que están llevando a tu familia a caer en un ambiente que genere obesidad o un “ambiente obesiogénico” como algunos expertos lo llaman.
La obesidad no es algo que se cura con el paso del tiempo o que cuando se dé el “estirón” se va a “componer”, por favor no le des la espalda a este problema. Cuentas con los profesionales de la salud como nosotros para ayudarte.