Mtra. Danitza Covarrubias T.

Como continuación del tema de “pobretear” a los hijos, tengo algunas reflexiones desde el camino de las constelaciones que me gustaría compartir con ustedes…

1. Qué tanto ese “pobrecito” tiene que ver con que yo me vivo como víctima, como “pobre” ante mi historia de vida, ya sea de la infancia y/o la actual, y que al ver la historia de mi hijo o hija, contacto con ese espejo de dolor que me remonta a aquello, y vivo esa actitud ante la vida?

2. Qué tanto me siento resuelto ante la vida como hijo ante mis padres? Ante mi historia? Si está resuelta, entonces es posible mirar que la propia historia, con todos sus dolores, también generan recursos, y hacen que las personas sean quienes son, y que de esa “oscuridad” de la vida, se construye la luz propia, y por lo tanto, si yo como padre/madre pude, con todo y las adversidades, mi hijo o hija también podrán no solo sobrevivir a su propia historia, si no generar recursos de ello, y crear su propia luz. Más si yo no pude, él/ella tampoco podrán.

3. Qué tanto se parece este hijo o hija a su otro progenitor? Y qué tanto miro a este progenitor como “pobrecito” donde si se parecen, también será un “pobre”, con un destino difícil? Qué tanto tengo que trabajar en mirar a su progenitor con respeto y dignidad?

4. Si miro a mi hijo como un ser divino “prestado”, por así decirlo, puedo observar que su destino, su camino, está trazado por un plan superior, y que esta historia tal cual fue es parte de el plan divino para que se cumpla cierto destino, por lo tanto, puedo separarme de mi hijo o hija, honrando, respetando su propio camino y destino, y me vivo como acompañador en este proceso de vida, en el que el privilegio es ese: caminar a su lado, no salvarle de lo que le toca sanar, resolver, vivir.

Estos son elementos que pueden entonces modificar la mirada hacia ese hijo particular para mirarle con la fuerza que tiene dentro, que finalmente es la fuerza de su padre y madre. Por lo tanto es esencial mirar la fuerza propia, y mirar la fuerza de su otro progenitor, a través de la cual, podremos descubrir la fuerza de ese “pobrecito” que resultará tener la fuerza para poder andar su propio camino, y nosotros detrás, impulsándole hacia la vida.

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