SE CASARON Y…. NO, NO VIVIERON FELICES PARA SIEMPRE.
Mtra. Danitza Aidé CovarrubiasTreviño.
Se fueron a vivir a la casa de ella. Esa casa que sus padres le dejaron cuando murieron, para que no quedara desamparada. Él solo pagaba los impuestos anuales, y reparaba aquí y allá. Ella se sentía tan poca cosa que sentía una enorme deuda por lo que gastaba, tanto que le puso su casa a su nombre. Llegó el día en que por ir a visitar a su hermana sin su consentimiento, él la corrió, de la que era su casa. Y así, confirmó que ella no valía nada. Que no merecía amor.
Y pensamos que él es un bandido, más ella también es responsable.
Ella toleró ese trato. Ella puso su casa a su nombre. Y ella así lo eligió. Buscando eternamente aquello que en su corazón anhela de papá y mamá, sin conseguirlo: AMOR.
No era una mujer. Era una niña buscando el amparo y haciendo lo que sea –incluso irónicamente quedarse desamparada, sin techo- con tal de que él no se fuera.
¿Y A DONDE MIRA CON AMOR ESTA MUJER?
Podríamos decir que es obvio que al “hombre”(niño) con el que se casó.
Más en lo profundo a donde mira amorosamente es a papá y mamá. Así, con ese amor infantil, que incluso hace promesas de sacrificar su propia vida con tal de ver que papá y mamá le aman, que están bien, que son felices. Incluso pidiendo morir si eso libera a nuestros padres del peso que somos en sus vidas, para que ellos disfruten la vida.
Y así, muchas veces, nos relacionamos. Con nuestra pareja, o con nuestro jefe, o con nuestro amante, o con un amigo, con nuestros hijos. Desde el niño/la niña, que somos.
Más ahí no hay amor. No un amor sano, maduro, consciente. No un amor vidente. Hay amor ciego.
¿COMO LOGRAR ENTONCES EL AMOR?
Amándote a ti mismo. Así sabes también cuando el otro te ama. Así también le crees al otro cuando se queda por amor, y lo tomas, con todo lo que da, sin culpa. Así también limitas un trato indigno: con amor propio. Y te retiras si no hay amor del otro.
¿Y COMO LOGRAR EL AMOR PROPIO?
Cuando puedo recuperar todo lo recibido de mamá y papá. Por mínimo que sea, la vida que me vino de ellos. Más si miro con detenimiento, también todo lo que hicieron, así sea abandonarme, para que yo sobreviviera. Para que yo, de su obscuridad, desarrollara recursos de fuerza, de luz, de lucha. Y de su luz, aprendiera tanto para mi propia vida. Recuperando los aprendizajes, lo que me hace ser y estar en este momento de mi vida con aquello que sí aprecio. Gracias a la historia, estoy donde estoy, soy quien soy.
Y así, en esta bella oportunidad de estar vivos, abracémonos a nosotros mismos.
Tratémonos como deseamos que traten a aquél que más amamos: con un amor profundo, que viene desde nuestras raíces: el amor a nuestros padres.
«El amor del espíritu es una actitud. Acepta todo tal cual es, simplemente porque existe.» Bert Hellinger.