LA VIOLENCIA COMO VÍNCULO.
Mtra. DANITZA COVARRUBIAS -Psic. y consteladora-
«Entrevistador: ¿Entonces la violencia vincula?
Joan Garriga: Sí, porque nos hace vibrar con la posibilidad de morir, entonces el agresor y su víctima quedan vinculados también.»
Y así, también desde el odio, desde gritarnos, agredirnos en el tráfico, desde pelearnos como expareja, desde la violencia, también nos vinculamos.
Los abusadores así se vinculan. En esa falta de contacto, en esta nueva manera de nacer, donde las enfermeras no abrazan ya para dar el biberón, donde la lactancia se limita a los 6 meses, cuando metemos a los bebés a que aprendan 3 lenguas desde maternal, cuando el ajetreo y el logro de comprar lo que es “indispensable” para sobrevivir: Internet, ipads, pantallas, lujos, autos modernos, ropa de “marca”, el mejor teléfono inteligente, el mejor plan telefónico, viajar a países lejanos para ampliar los horizontes… trabajamos de sol a sol para lograr todo esto, dejamos a los niños largas horas para pagar altísimas colegiaturas… y nos olvidamos de lo más básico que anhela el individuo: el contacto.
En esa hambre de contacto, logramos vincularnos desde pequeños desde los golpes, el bullying, la mordida, y así también logramos sentir que sobrevivimos, que logramos hacer “contacto”.
Gritando de auto a auto, mientras manejamos apresurados al trabajo, a las actividades del día a día, creando diferencias y competencia con nuestros compañeros cercanos, así también agredimos, en el “yo soy mejor que tú”, yo educo mejor que tú, yo soy mejor madre/padre que tú, mi hijo es mejor que el tuyo, mi método de crianza es mejor, mi religión es mejor. Así también podemos vincularnos.
Más si miramos más alla, y podemos tocar nuestra necesidad de contacto, tal vez podamos dejar de agredirnos, y comenzar a mirarnos, a abrazarnos.
Podamos comprender al agresor, desde su hambre voraz. Podamos mirar a nuestros niños y abrazarlos profundamente desde el alma hasta su cuerpo pequeño. Podamos entender nuestras propias rabietas, y busquemos abrazarnos de nuestros padres, abrazar a nuestro niño interior. Abrazar a nuestros amigos, a la pareja, para poder tener la fuerza y el amor, nudtrida el alma para abrazar a nuestros niños, y así vincularnos de una manera sana, amorosa, y que siembre paz al futuro.